Tiempo estimado de lectura: 6 minutos. Incluye vídeo.
Cuán peligrosa resulta la vida cuando no se sabe a dónde se va… porque como dice el refrán, puedes acabar en cualquier parte. Esta es la base de las personas que se hallan perdidas. Esto es lo que ocurre cuando ves que un ser querido va de mal en peor. Esto es lo que les ocurre a las personas que no están presentes en su vida, que viven desconectadas de sí mismas.
Ayer volví a escuchar esta maravillosa frase en un vídeo de un curso online que estoy haciendo. Y me recordó a la primera vez que la escuché: fue viendo la película de Disney “Alicia en el País de las Maravillas”. En una escena, en la que Alicia estaba perdida y le pregunta a un gato rosa y morado que está en la rama de un árbol:
(Link de YouTube para ver la escena: VIDEO)
- Sólo quiero saber qué camino debo tomar.
- Pues depende a dónde quieras ir tú.
- Eso no importa, si tú me dices… (le interrumpe el gato).
- Entonces realmente no importa el camino que escojas.
Tómate unos segundos para pensar qué consejo le darías a Alicia para encontrar su camino. Sí, tómate unos segundos. No hagas trampas.
¿Ya?
La mayor parte de la gente habrá pensado cualquier tipo de consejo relacionado con pedir ayuda… a alguien… externo… Pocas personas habrán pensado en aconsejar a Alicia (que puede ser tu hijo o tu hija, tu pareja, un/a amigo/a, etc.) que se tome un momento para pensar y sentir a dónde quiere ir. Pocas personas habrán pensado en decirle que deje de preocuparse y se ponga manos a la obra a indagar en ella misma dónde quiere ir y para qué. Y, sin embargo, es tan importante saber a dónde ir y para qué quiero ir allí, para qué quiero llegar allí.
Muchas veces nuestras metas no responden a necesidades verdaderas. Por eso cuando llegamos no sentimos alivio ni satisfacción, o también puede ocurrir que ni siquiera lleguemos. Sólo cuando tenemos claro nuestro objetivo, nuestra meta, y cuando responde a una necesidad verdadera, podemos llegar y sentir satisfacción.
Por otro lado, muchas personas caen en el error de “no importarle su destino, su meta” porque lo único que desean es aliviar su malestar, terminar con su dolor o acabar con una situación desagradable que están pasando. Éste podría ser el caso de Alicia que, estando agobiada en el bosque, lo único que quería era salir de allí. Pero si fuese un ejemplo de la vida real, lo mejor que podía hacer es plantearse cómo llegó allí, el por qué (recuerda que los porqués siempre están orientados al pasado, no te pierdas en ellos). Y también, plantearse qué puede hacer para salir de allí. Pero apoyándose en sí misma. Y no en que le resuelvan la papeleta sea como sea. Si recuerdas nuestro último vídeo de YouTube (te dejo aquí el link del VIDEO) sobre el deseo de cambiar, querer cambiar, algo que solemos hacer es buscar cualquier cosa externa que nos saque de esto, pero la realidad es que la única persona que puede sacarte de “eso” eres tú misma. Y no lo veas como algo triste, es una alegría, pues todo el control sobre ello lo tendrás, pues depende de ti, sólo de ti.
Quizás debes comprender algo, tal vez soltar algo, o puede ser que debas aceptar una circunstancia… sea cual sea tu caso, la respuesta está en ti. Sí, aunque tenga relación con algo externo o con otra persona, depende de ti. Tú decides cómo vivir esa circunstancia. Tú decides cómo quieres vivir.
Un buen punto de partida puede ser coger un cuaderno y escribir ideas sueltas, aunque no estén relacionadas (lo que llamamos brainstorming o lluvia de ideas), sobre dónde estás ahora, es decir, cuál es tu punto de partida, tu situación actual. Pero hazlo sin dramatismos y sin ligereza. Hazlo de forma consciente. Describe tu situación actual atendiendo a todos los factores. Ese será tu punto A, tu punto de partida. ¿Para qué hacemos esto? Para tomar conciencia de cómo estamos realmente. Es cierto que se dice que “todos los caminos conducen a Roma”, pero ¿cómo puedes llegar a Roma si no sabes desde dónde partes? Por eso debemos definir nuestro punto A.
Y una vez hecho, coge otra página en blanco de ese cuaderno y comienza a describir tu punto B, a dónde quieres llegar, tu meta, tu objetivo, tu destino. Describe sin fantasías y sin dramas, a dónde quieres llegar. Anota ideas sueltas. Ahora no es necesario que todo tenga coherencia y sentido (eso vendrá más tarde). Te recomiendo que dediques bastante tiempo a ambas tareas y lo hagas en diferentes días. Puede que un día veas algo que no viste antes. Si de verdad te importa cambiar tu situación actual, creo que merecerá la pena hacer ese pequeño esfuerzo, ¿no crees?
Cuando lo hayas hecho, cuando hayan pasado varios días, tendrás que establecer los pasos cronológicos que deberás dar para viajar desde A hasta B. Puede que lo que plantees cambie en el futuro, pero lo cierto es que cuanto más concreto lo hagas, mejor será para ti, pues al tenerlo previamente pensado, como un mapa, dónde vemos el punto de partida, el destino y el camino que debemos seguir, cuando estés caminando, te será fácil y reconociendo aquellas mini tareas que debes hacer para llegar más fácil. Te pongo un ejemplo: si yo quiero mudarme a Madrid desde Málaga (ya he analizado previamente mi punto A y mi punto B, como por ejemplo vehículo con el que cuento, número de bultos/muebles, etc.) planificaré los viajes que tengo que dar, los bultos que llevar en cada viaje, planificaré viajes compartidos con otros vehículos de familiares y amistades que me puedan ayudar dando algún porte o incluso con una empresa de mudanzas. También tendré en cuenta el camino más cómo y rápido. ¿Cómo? Lo miraré en Google Maps, teniendo en cuenta si me voy por Granada-Jaén o si me voy por Córdoba, por ejemplo. Puede ocurrir que en todo el proceso haya imprevistos, cancelaciones, variaciones, etc. Pero al tenerlo todo estudiado previamente, no me agobiaré y podré resolver más fácilmente.
Así es que recuerda: cuando no sabes a dónde vas, puedes acabar en cualquier parte. ¿Es eso lo que quieres? Seguro que no. Ponte manos a la obra. Y si necesitas ayuda profesional para aclararte y diseñar tu mapa, búscala. Un psicólogo puede ayudarte, pero recuerda que el camino lo tendrás que hacer tú (si por mí fuese, todas/os mis pacientes serían felices y tendrían las cosas claras desde la primera sesión).