Tiempo estimado de lectura: 4 minutos. Incluye enlaces de interés.
Hay una frase que me encanta: «Los pájaros nacidos en jaula creen que volar es una enfermedad».
Siempre he usado en consulta esta frase con aquellas mujeres que sufren violencia por parte de sus parejas o que tienen relaciones tóxicas, que tenían miedo a dar el paso de separarse por «el qué dirán»… Y se la decía para que entendieran que, en muchas ocasiones, hay personas que no han conocido otra cosa, que tienen una zona de confort del tamaño de una caja de cerillas y que, con cualquier cosa, sus miedos se activan al 100%. Y claro, si nos ven cambiando, evolucionando o haciendo algo que creen que no está bien (desde la perspectiva que les permite su minizona de confort) o algo que tienen miedo de hacer o que no se lo plantean, pues claro, nos van a decir (con voz de vampiro de Barrio Sésamo): “no lo hagaaas”, “¿tú estás seguraaa?”, “¿y si te va maaal?”, “más vale malo conocido que bueno por conoceeer”… o cualquier creencia limitante por el estilo.
A las mujeres que atiendo en el Centro de la Mujer, con situaciones realmente difíciles, ese tipo de comentarios les supone algo más que un freno… ¡es casi un ancla! Y si ya tenían miedo, pues más miedo le entra y menos se mueven. Se paralizan, porque recordemos que el miedo es la única emoción del ser humano que paraliza, y se quedan en ese tipo de relaciones, mientras su autoestima cae en picado y, sin autoestima, menos me muevo todavía y más miedo tengo. Y así sigue el bucle, cayendo en un pozo sin fondo. Y lo peor, es que se acaban acostumbrando a ese pozo, a esa violencia. Y se sienten «más seguras» (entre comillas) que si deciden salir de ahí… pues el momento justo antes del cambio, produce pánico.
Pero también puede ocurrirle a cualquier persona en su vida cotidiana. Y aunque a continuación te voy a poner un ejemplo, te recomiendo leer el cuento o el texto de “La historia de la vaca”, con el que tendrás una visión más amplia de lo que te explico.
Vayamos con el ejemplo: estás en un trabajo que no te gusta, que ganas lo justo y encima cada vez estás peor de ánimo, y te planteas dejarlo o cambiar… siempre habrá alguien que venga con el run run y active todos tus miedos o te quite las ganas. Pero claro, ¿al final quién toma decisiones? Pues yo, por tanto, no podemos aprovechar esto para justificarnos. Sino que, sabiéndolo, debemos recordar que la responsabilidad última es nuestra. Pues cuando esas personas me dicen sus creencias con sus miedos y limitaciones, si “reacciono” de la misma forma, es que yo también tengo esas creencias y esos miedos. Si no los tuviese, me daría igual. Así que no es que “me metan el miedo” sino que me recuerdan “mis propios miedos”.
Pero hay algo más que es muy importante: nosotras/os también podemos ser esos pájaros enjaulados para otras personas. Es decir, que podemos estar proyectando nuestros miedos y nuestras creencias limitantes desde nuestra zona de confort a otra persona en un momento determinado. Por ello, sería bueno que, si vas a pararte a detectar los pájaros enjaulados que te rodean a ti, también dediques tiempo y esfuerzo a observarte a ti y veas cuándo tú te comportas así. Si vas a “aconsejar” a alguien, que sea de la forma más aséptica posible.